Robert J. Blais

“Walking Around ( Sucede que me canso de ser perro” por Robert J. Blais

1. No tires tan fuerte, que ya sonreí esta mañana, después de que la niña se escondiera tras su falda (tan a la moda).

Walking Around, {Sucede que me canso de ser perro} es el título del último conjunto de trabajos del joven artista madrileño Javier Ayuso.
En la difícil ecuación humana, poner en el vulnerable una mirada habitada de ternura equivale a crear un espacio donde resistir la pesadumbre. La domesticación tiene ese sabor: la llovizna roba a la pólvora su olor picante, y el tiempo se prolonga en una latencia de pasillo silencioso.
La parodia como antídoto del desánimo; tal parece ser una de las principales estrategias que propone el artista a través de este conjunto de anónimas escenas de la vida cotidiana de un ser social cualquiera. Cualquiera como animal domesticado, sumiso, desubicado entre tanto acomodo, resignado a circunstancias tejidas en torno a propósitos olvidados.

2. Siendo el homenajeado el único invitado, desechada la opción de ser osito de peluche o flor de porcelana, cierra los ojos y suspira. La pintura mate verde sueño ya no ofrece escapatoria a tanta palabra de oropel.

En su Teoría Crítica, Teodoro Adorno nos habla de la necesaria indiferencia que debe revestir toda forma de arte para soportarse en una ecosistema social que nos contamina con la toxicidad de su disfrazado desánimo y de su bajeza moral. Sólo el absurdo, el astuto desconcierto puede ponernos a salvo, en un lugar de incómoda incertidumbre desde el que despejar la bruma narcótica de tanto entorno previsiblemente productivo, de tanto espacio asfixiantemente protector.

3. Sin obediencia ni patrón, ya vago limpio de remilgos. Un poco gris, eso si, pero esperando mi sabia melodía.

Apagada la voz, mudo el desafinado graznido del cuervo, silenciado el ladrido, ahogado el relincho: tal es el eco sordo de este pasillo, el destino del sótano.
Aquí la noche es larga. Es previsible la tentación de adormecerse, y esperar a que las puntas se hagan romas y dejen de arañar. Una apología de la desesperación se hace inviable como salida política, pero no deberíamos desaprovechar la energía dinámica que tal impulso otorga. Mejor, sospechemos de la difusa tibieza de las calladas sugerencias disfrazadas de estadística; de sobra sabemos que así se soporta mejor la soledad, y eso nos calma.
Ya está todo listo: apagué los focos del porche y me despedí de las ranas del verano. Los paquetes han quedado bien, todo a tu gusto, espero. Por la ventana entra apenas un vacío que hubiera aprovechado E. Hopper para hacer un cielo de junio sobre el Hudson.

Texto: ROBERT J. BLAIS